Donde muy en nuestros terminos, hablando de las propriedades que han de tener, i guardar los
que Evangelizan, pone por la primera, que no busquen interes proprio, sino el de las almas. Por segunda, que enseñen lo que Dios
les permitio alcançar à saber; pero procurando, ante todas cosas,
enseñarse à si mesmo, el que trata
de enseñar à otros. La tercera,
que se acomoden al capto, ò capacidad de los oyentes. La quarta, que no afecten elegancia, sino
sustancia en lo que dixeren, i predicaren. La quinta, que con toda
alegria, i blandura de animo repartan à todos su dotrina. La sexta,
que mortifiquen, i crucifiquen su
carne, huyendo vicios, i concupiscencias. La setima, que estèn firmes i constantes en la Fè Catolica. La otava, que no cessen, ni desmayen en la predicacion, i institucion de la dotrina Christiana, aunque les parezca, que es corto el
provecho, ò fruto que della consiguen. La nona, que estè aparejado
à perder su vida, si fuere necessario, por los oyentes que va dotrinando. La decima, que no se dedigne de humillarse à la enseñan
ça de los niños, i pequeñuelos, i
ajustarse à ellos, aunque le parezca baxo este ministerio. Luego
prosigue el mesmo Autor
las partes, i propriedades que se requieren en los que han de ser catequizados, i en todo discurre con tanta prudencia, i advertencia, que
con solo remitirme a èl, quiero
cō
cluir
concluir
este capitulo.