I no son menos dignos de leerse dos capitulos de Estefano Graciano,
en que junta otras muchas cosas de la sal, con ocasion de
declarar la razon, porque sembravan, i siembran oy con ella, las casas de los que cometen delitos de
Magestad. I añade, tomandolo de
Marco Varron, i de Celio Rodigino,
que en muchos lugares de
los
q̃
que
habitan las riberas del Rheno, que oy llamamos
Rin, i divide
à Alemania de Francia, i partido
despues en tres braços, ciñe los estados de Olanda, por no aver sal,
ni maritimo, ni metalico, ò fossivo, se valen sus moradores de las
ceniças de los carbones de ciertos leños, que queman para este
efeto.