I por concluir este punto con
una palabra, debe ir el buen Consejero con advertencia, de que
los que no usan de este cargo como conviene, pueden, i suelen
hazer à la Republica mayor da
ño, que el Principe malo, porque este, si sucediere ser tal, es
uno solo, i le pueden detener, i encaminar bien, los que le assistieren, i aconsejaren; pero siendo malos, i muchos, los que le assisten,
no podrà èl, siendo solo, por bueno que sea, librarse de sus enga
ños, como lo reconocio, segun
queda dicho, el Emperador Diocleciano, i Alexandro Severo, i
Yo lo he tocado en otro capitulo.
Cerrando aora este, con remitirme à la elegante oracion,
que dize Tito Livio
aver hecho Quintio Capitolino al Pueblo Romano, reprehendiendo su
desfrenado atrevimiento, en no
dexarse guiar por los buenos consejos que se le daban, i mostrando, que los que estàn puestos en
lugar en que deban darlos, no se
han de regir, ni governar por lo
que entendieren puede ser mas
grato, i bien recebido popularmente, sino por lo que entendieren que pide la necessidad, i
bien comun de la causa publica,
pena de ser tenidos por de animos serviles, plebeyos,
i lisongeros.
(.✝.)