I mirando à lo mesmo Cassiodoro, i Simacho,
dizen, que
es raro genero de confiança, i digno de un valeroso, i Christiano
Consejero, saber à vezes insistir,
i resistir con su voto, el contrario del Principe à quien sirve, i
assiste, i que no ay cosa en que un
Magistrado pueda mostrarse mas
grato al Principe que le promovio, que en guardarle esta lealtad, i avisarle con toda verdad,
i claridad de lo que tuviere por
mas conveniente à su persona, i
estado. I en el Eclesiastico
se
nos enseña, que por ningunos humanos temores, ni respetos deben los que tienen semejantes cargos, dexar de dezir libremente
sus pareceres, quando importan
al bien comun, ni esconder su sabiduria, i lo lustroso, i nervoso
della, i de su prudencia. Porque, como en otro capitulo lo
dexo apuntado, i probado con
las palabras de Plinio Iunior, i
Paleoto,
aunque un Consejero
llegue à entender, que ha de quedarse solo en su voto, debe proponerle segun su dictamen, i darle quanta fuerça pudiere con sus
razones; porque es cierto modo
de preuaricacion el hazer lo contrario. I no solo à los Consejeros, sino aun à todos los vassallos, dà esta licencia, i aun lo po
ne por precisa obligacion, nuestra ley de Partida,
diziendo
: Por
ende de le catar muy de lueñe las
cosas, que son à su honra, i à su
guarda, i ser mucho ansioso à llegarlas, i acrecentarlas
;
i las que
fueren à su daño desviarlas, i tollerlas.