I de estos mesmos principios, ò
supuestos, se podrà conocer, lo que
debemos sentir, i dezir de algunos
visitadores, que reciben libelos, ò
memoriales secretos, i sin firma
de sus Autores, i aun suelen poner
cepos, ò caxas adonde se los hechen, en sus posadas. I de otros,
que aun no se contentando con esto, ganan i sacan de los juezes Eclesiasticos, censuras, que llaman
Monitorias, i las hazen publicar, i
promulgar, para que solas penas
dellas, todos los que supieren algo contra los Ministros que se visitan, ò residencian, lo vengan à declarar. Porque todas estas cosas,
van fuera de lo que piden, i ordenan las reglas del derecho, i de la
equidad, i descubren la depravada
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intencion i mal animo i
propensiō
propension
del Visitador, ò Sindicador, como consta de aquella vulgar, pero
celebre Epistola del Emperador
Trajano à Plinio Iunior,
en que
le dize, que libelos sin Autor, en
ningun crimen deben ser admitidos, i que es de pessimo exemplo,
i indigno de su siglo, el praticar lo
contrario, con el qual contestan otros muchos Textos, i dotrinas,
que en prueba de lo mesmo juntan
Bobadilla, Zevallos, Mastrilo,
Valençuela, i Berarto.
I hablando en particular de este mal estilo de sacar Monitorias, Lazario,
Larrea, i el Dotor Francisco Carrasco.