I siẽpre siempre he tenido por inciertas, ò sospechosas las muchas, ò casi infinitas virtudes, i propriedades, que del Tabaco, tomado en humo, ò en polvo, ò de su ambir, refierẽ refieren varios Autores.
I caso que algunas seā sean verdaderas, por ningun caso puedo escusar el excesso de los que casi por momentos le estàn tomando por narizes, ò boca. Porq̃ Porque esto es hazer vicio lo que pudiera tenerse por medicina, i es forçoso, que esta pierda sus efetos con tan desordenada costũbre costumbre , i que estrague el estomago, i el celebro, como prudente lo advierte, i docto lo prueba, despues de otros, Eduardo Vestono,
reprehendiẽdo reprehendiendo este vicio en todos generalmẽte generalmente , pero en particular en los Clerigos, i Religiosos, que aun no reparan en tomarlo antes de celebrar. Siẽdo Siendo assi, que en opiniō opinion de Antonio de Leō Leon ,
quebrātan quebrantan con esto el ayuno natural, i en la mia, i en la de todos quantos bien sienten el Eucharistico, como se lo advierten con penas, i censuras, los Cōcilios Concilios Limense, Mexicano, i el Canariense,
el qual añade, que aun no lo tomen dos horas despues de aver celebrado, assi por la indecencia que resulta de lo contrario, como porq̃ porque el tomarlo, suele provocar vomito, ò demasiado escupir, i desflemar: cosas todas, que en mi concepto son bastantes, para no hazerle bueno, de los que se dan à deleite tan asqueroso. I cōtra contra el hymno, que en alabança del Tabaco escribio Rafael Torio, los ruego que lean es te, que con no menor elegancia, que verdad, à mi parecer, compuso Barclayo.
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