I en una de ellas tan en nuestro
proposito, que dize, es pecado dudar de la justificacion de la guerra
à
q̃
que
Dios nos destina, pues en èl no
cabe injusticia; i en tales guerras,
los que le sirven, ya de Capitanes,
yà de soldados, solo se han de juzgar por sus ministros i executores.
Razon, con
q̃
que
tambien convencio à
Fausto Maniqueo, que se atrevio à
condenar las guerras que Moyses
hazia à los Amorrheos.