LIBRO PRIMERO DE LA POLITICA INDIANA.
CAPITVLO PRIMERO,
De lo que significa, i comprehende propriamente este nombre Indias. Tratase de las Orientales; i de las partes en que los Antiguos dividieron el Orbe.
DIos mediante,
pretendo formar una breve Politica
Indiana en
Romance, sacada de los libros, que en Latin, mas por extenso he escrito, i han sido bien
recibidos, del Derecho, i Govierno particular de las Indias,
que llamamos Occidentales; que
juntamente pueda servir, i sirva de
Epitome, ô Compendio de ellos;
pero sin omitir nada de su sustancia.
I para algun cimiento de tan
gran edificio, me ha parecido forçoso premitir brevemente, que
esta palabra Mvndo, dicho assi
por el ornato i asseo con que Dios
le compuso; tomada en general, comprehende Cielo, Tierra, i
Mar, i todas las criaturas, que en
estas partes fueron criadas, i colocadas. I segun la mas comun division,
se divide en quatro Climas, ô Regiones: Conviene à saber,
Oriente, Occidente, Septentrion,
i Mediodia.
El Oriente, i el Occidente se
dizen assi, por caer en las partes
donde nace el Sol, ô se pone. Septentrion es el que està entre el Polo Artico, i circulo Equinocial: i
tomô este nombre de siete Estrellas, que se miran en aquel cielo, i
parece figuran siete bueyes uncidos. La Meridional se dixo, porque està à la parte donde el Sol haze la mitad de su curso, ô su dia; i
cae entre el circulo Equinocial, i
Polo Antartico, que es el opuesto del Artico: I por interponerse
la tierra, no se puede ver el uno
del otro. De donde nacio, que a
este Polo Antartico le llamamos
tambien Meridional, i con mas
frequencia Avstral, por el viento
Austro, que dezimos Solano, i sopla del Tropico Estival, que està
en esta parte: como tambien à la
contraria Septentrional la solemos llamar Aqvilonar, por el
viento que de ella sale, con curso,
ô buelo tan arrebatado como el
del Aguila.
Pero si restringimos la significacion de la dicha palabra Mvn|do à los dos elementos de Agua,
i Tierra, que juntos hazen un cuerpo globoso, ô redondo, que llamamos Orbe Terrestre, avremos de seguir otra particion mas comun, i
usada delos Antiguos, que le dividià en tres partes, Evropa, Africa, i Asia.
Asia coge, i ocupa todo lo que
ay de tierra, i agua desde el Medio dia por el Oriente, hasta el Setentrion. Europa se estiende desde
el Setentrion hasta el Occidente.
Africa en lo demàs, que resta desde el Occidente hasta Mediodia.
I segun esto, Asia viene à coger la
mitad del Orbe conocido por los
Antiguos, i la otra mitad parten
Europa, i Africa. I la razon fue, por
averlas acortado, ô apartado assi
el Màr, que llaman Magno, ô Mediterraneo, interponiendo en ellas
sus braços, que salen del Oceano,
como se puede ver en las tablas de
Abrahamo Ortelio, i otros muchos Autores,
que juntamente dan
la causa de los nombres de estas tres
partes del Mundo, i sus sitios, provincias, costumbres, i propriedades.
Pero yo, por contenerme en los
terminos de mi intento, solo digo,
que dentro de los de la Asia cae la
noble, i dilatada Region, que comunmente llamamos India Oriental, i en la Sagrada Escritura se dize Hevilath,
de Hevila hijo de
Iectan, que fue el primero que habitô, i poblô algunas de sus provincias. La qual tomô el nombre de
India, de Indo: hijo de Gog, rebisnieto de Noe, i nieto de Sabo, a
quien el mesmo Noe embiô à poblar la Arabia Feliz, ô Sabea, i las
regiones de esta India. O como
dize S. Isidoro, i otros, del rio Indo, que la divide de la Persia, i la
riega desde el Occidente al Oriente, con tanta fuerça de aguas, que puede competir con el Nilo, i el Ganges, i aun los excede, si se mira la
longitud de su curso.
I Plutarcho
en el docto Opusculo en que trata
de los Rios, añade, que este tomô
el nombre de un noble mancebo llamado Indo, que en unas fiestas, ô
sacrificios de Bacho viciô a una Infanta, que ministraba en ellos; i huyendo del padre de ella, se arrojô,
i ahogô en el, i le dio su nombre, aun
que antes se llamava Mausolo.
El apellido de Oriental, que se
añade a esta India, le proviene de
estenderse sus terminos por la mayor parte, no solo àzia el Oriente
del Asia, sino de todo el Orbe, hasta llegar al mar Oriental, que los
Griegos llaman Eoo, que es lo mesmo que en Latin dela Aurora. I
por el Setentrion la rematan, ô cierran los collados del monte Tauro, i por el Mediodia el Oceano Indico. De suerte, que coge en ancho
i en largo mas de cinquenta i tres
grados, ô Meridianos, i cae la parte de ella, que mira al Mediodia,
debaxo de la Torrida zona, i la Boreal, ô Setentrional debaxo de la
Templada. I unos dizen, que para navegar toda su costa, son menester quarenta dias naturales de navegacion, otros sesenta. Otros la
hazen mayor, que lo restante de la
Asia: I que solos sus Indios exceden
en numero à los demas mortales:
I otros afirman, que contiene en si
la tercera parte del Mundo. I Filostrato escribe, que ninguna Region del se puede comparar con ella,
ni aun la de Etiopia con ser tan grande, aunque la juntemos con la de
Egypto.
De esto ha nacido la gran diferencia, que entre los Autores se
halla en su division, i demarcacion,
entre las quales es sumamente confusa, i dificultosa la de Abdias Babylonio, Pero todos convienen
en la exageracion de su grandeza,
i excelencias de cielo i suelo, i en que
es el principio de todas las tierras,
i la mano derecha del Mundo, i donde puso Dios el Paraiso terrenal;
mezclando algunos muchas fabulas entre estas verdades, especialmente cerca de sus monstrosos habitadores.
Todo lo qual no es de maravillar, porque aunque es cierto, que
de estas Indias Orientales tuvieron noticia,
i descubrieron, caminaron, i conquistaron alguna parte
Bacho, Hercules Egypcio, Alexandro Magno, Sesoostris, Antiocho,
| Hanon Cartaginense, i otros algunos Emperadores, i Capitanes Romanos, i que los Iudios poblaron
en ellas algunas Colonias. I que
despues predicaron la Fè de Christo Nuestro Señor en las mesmas
los gloriosos Apostoles San Bartolome en la India Citerior; i en la
Vlterior Santo Tomàs, por renombre Dydimo, que es el que propriamente merecio llamarse Apostol
de ella, por lo mucho que trabajò
en convertirla, i aver alli padecido
Martyrio, i dexado en Maliapur
su santo cadaver, segun la mas comun opinion;
que despues llegò à ser
certeza, mediante el valor, i cuidado de Nuestros Portugueses, comprobado con innumerables milagros.
Todos estos descubrimientos, i noticias fueron mui cortas, i confusas,
para lo mucho que avia que penetrar, i inquirir, en tan varias, i estendidas Provincias. I aun essas se vinieron à perder casi del todo en Europa; como lo advierte bien Tomas Bozio, por la ignorancia de
la navegacion, i por la dificultad
de ir por tierra à estas Indias, aviendo de atravessar tanta, que fueron
ocupando enemigos, de leyes, i naciones diversas; hasta que en tiempo de nuestros Padres, los valerosos Lusitanos, que son los que mas
han conquistado, i llegado à saber
de esta India, començaron à tentar
su navegacion; i despues fueron penetrando lo interior, i exterior de
todo el Oriente, dando no solo vista à sus inmensas, i dilatadas Provincias, sino ilustrandolas con la Fè
de Christo, i quitando muchas de
ellas à los Moros, que injustamente las ocupavan.
Cuyas historias, i alabanças por
tan gloriosas empressas, refieren, i
encarecen con razon, muchos, i graves Autores.
I aun no pudo negarlas el Frances Forcatulo, si bien
descubriendo el odio, ô envidia, que
los de su Nacion tienen à la de España, dize, que los Portugueses obrar on estas hazañas, por huir de
su mucha miseria i pobreza. Siendo assi, que el principal logro, i
tesoro, que sus invictos Reyes prerendieron en estas conquistas, fue
convertir, i ganar à Dios, i à su
Iglesia, las almas de tantos infieles, como lo manifestô la piadosa Embaxada,
que el Rey Don
Manuel embiò al Papa Leon Decimo el año de mil i quinientos i
veinte i tres. I la carta, digna de
tener en memoria, que el Rey Don
Iuan el Tercero escrivio à su Virrey de la India Don Iuan de Castro, I el gran cuidado, que siempre tuvieron, de buscar, i embiar
escogidos Ministros para estas conversiones. Entre los quales fue
uno, el que valio, i puede valer por muchos, Bienaventurado
San Francisco Xavier, que peregrinô once años en estas tierras,
en los quales bautizò innumerables personas, que solo en el pueblo de Tholo passaron de veinte
mil, i procedio de suerte, que es tenido, i llamado Nuevo Apostol de
ellas, i por aver resplandecido en
virtud, i milagros, merecio ser canonizado con general aplauso de
todo el Orbe Christiano, por Gregorio Decimo quinto en doze de
Março del año de mil i seiscientos
i veinte i dos.
I à este cuidado, mas que à otros
medios humanos, atribuyeron los
Reyes de Portugal las mercedes,
que avian recebido de Dios en estas conquistas. I reconociendolas
como de su mano Don Iuan el Segundo, se començò à llamar Señor
de Guinea: i Don Manuel, i sus sucessores,
De la navegacion, i comercio de Etiopia, Arabia, Persia, i la
India, añadiendo por timbre un
globo Esferico al Escudo Real de
sus Quinas, con una letra, que denotava, aver sido los primeros
que le investigaron,
i conquistaron.
CAPIT. II.
Del descubrimiento de las Indias Occidentales, con sucinta relacion de los que mas obraron, i merecieron en el. I porque seles dio el nombre de Indias, i quales otros se les ayan dado, ò puedan dar, que mas les convengan.
EStando las conquistas dela India Oriental por los Portugueses en el estado que queda dicho, permitio
Dios se començassen à descubrir las
que llamamos Occidentales, dando feliz principio à este descubrimiento don Christoval Colon, Ginoves de nacion, de un pueblo llamado Nervio, en nombre, i à expensas de los señores Reyes Catolicos de Castilla, i Leon, don Fernando, y doña Isabel, el año de 1492.
en quatro viajes, que hizo hasta el
año de 1506. en que murio, dexando descubiertas todas las Islas,
que llaman de Barlovento, que casi no tienen numero, i el continente de la tierra de Paria, principio,
ò entrada de las dilatadas Provincias del Nuevo Orbe. De que ay
tan cumplidas historias, i relaciones, que puedo escusar detenerme
en copiarlas.
Contentandome con
añadir el elegante Epigrama, que
un moderno Poeta Inglès, aludiendo al nombre de Colon, ò Colombo, haze del à la Paloma del
Arca de Noè, en este sentido.
La primera Paloma nos dio aviso,
Que cessava el diluvio, i que los prados
Libres ya de sus ondas, florecian.
Colon fue la segunda, i nos le truxo,
De otros inmensos, i estendidos campos,
Mas allà del Atlante descubiertos,
Nunca en siglos passados conocidos.
Este truxo por muestras oro, i plata,
El ramo essotra de la verde oliva;
Este riquezas, i deleite aquella.
Que cessava el diluvio, i que los prados
Libres ya de sus ondas, florecian.
Colon fue la segunda, i nos le truxo,
De otros inmensos, i estendidos campos,
Mas allà del Atlante descubiertos,
Nunca en siglos passados conocidos.
Este truxo por muestras oro, i plata,
El ramo essotra de la verde oliva;
Este riquezas, i deleite aquella.
Fueronse despues adelantando
mas, i mas los descubrimientos, i
buenos sucessos de los Castellanos
en estas Indias, assi en vida de los
mesmos Reyes Catolicos, como
en la de su Nieto el señor Emperador Carlos Quinto, estremandose, i dandose à conocer mucho
en ellos, otros insignes Capitanes, i Pilotos, que incitados no
menos del deseo de la gloria, que
del de las riquezas, siguieron las pisadas de Colon.
I entre ellos es digno de memoria Alonso de Ojeda, que descubrio hasta Vraba, i las demas
tierras, que caen en la Governacion, que llamò la Nueva Andalucia.
Blasco Nuñez de Balboa,
que
muerto Ojeda, se introduxo en el
Govierno por voluntad de los moradores, i de acuerdo con ellos, se
fue el golfo arriba el año de mil i
quinientos i diez, i poblô la villa
de Nuestra Señora de la Antigua
del Darien, en el rio de esté nombre. I aviendo dado muchas bueltas à todas aquellas Costas, descubrio en el Seno de Vraba aquel
Isthmo, ò lengua de tierra, que
divide los dos mares, que vulgarmente se llaman del Norte, i del
Sur, en veinte i cinco de Setiembre del año de mil i quinientos i treze; i saludando aquel nuevo mar,
i tomando possession de lo que via,
i de lo que esperava, en nombre de
los Reyes de España; murio à manos de la envidia, cortada la cabeça como reo, por sentencia de Pedro Arias de Avila su suegro, en la
villa de Acla el año de mil i quinientos i diez i siete.
Don Fernando Cortès,
natural de Medellin en Estremadura,
el qual con mas dichosa osadia, i
sucessos, obrò cosas raras, i memorables, en el descubrimiento, i
conquista de las Provincias de Yucatan, Cozumel, i Tabasco, i de las
mucho mas ricas, i dilatadas de
Tlaxcala, Mexico, i otras, à quienes dio por titulo Nueva España,
aviendose ocupado en esto, i en ponerlas en orden, i govierno Christiano, i politico, desde el año de mil
i quinientos i diez i ocho hasta el de
| mil i quinientos i quarenta i siete
en que murio, en los sesenta i tres
de su edad, en el lugar de Castilleja de la Cuesta cerca de Sevilla,
aviendo venido à España à defenderse de algunas calumnias, i recebido primero en premio de sus trabajos, i heroicas hazañas por el
Invicto Emperador Carlos Quinto, el Virreinado, i Presidencia de
la mesma Nueva España, i el Marquesado del Valle de Huaxac con
veinte i tres mil vassallos tributarios, de que se le despachô un honrado privilegio en Barcelona a seis
de Iulio de mil i quinientos i veinte i nueve.
Tambien es digno de no passarse en silencio el insigne, i memorable intento de Fernando de Magallanes, Portugues de nacion,
en la navegacion que hizo para buscar, i descubrir el Estrecho que oy
tiene su nombre; pues aunque perdio en ella la vida, consiguio lo
que avia imaginado por fantasia,
i alcançô inmortal gloria. I vna
de sus naves, de que Sebastian Cano iba por Piloto, llamada Vitoria, dio buelta à todo el Mundo,
mereciendo, que à el se le diesse
su globo por Armas, con una letra, que dezia: Tu fuiste el primero que me rodeàste. I à ella la ayan
celebrado los Escritores, mas que
à la Argos.
Cuya historia, i la de otros insignes Conquistadores de diversas
Provincias, remito à los libros
particulares, que tratan dellas;
contentandome con cerrar este breve discurso del mio, diziendo algo del heroico, i valeroso don Francisco Pizarro, natural de la ciudad de Truxillo en Estremadura.
A quien debemos el descubrimiento, conquista, i poblacion de las
ricas, i estendidas Provincias del
Perù.
Porque aunque adquirio sus noticias militando estrenuamente con Blasco Nuñez de
Balboa, luego que este murio, tomô à su cargo esta empressa, haziendo para ello cierta compañia,
por estar pobre, con Diego de Almagro, i Hernando de Luque, i armando los vaxeles, que entonces pudo, començô à navegar, i arar
el mar del Sur à mediado Noviembre del año de 1526. i no de 1524.
como escrive Antonio de Herrera; i despues de aver padecido grandes hambres, peligros, i trabajos, descubrio mucho de la Costa del Perù, i vino en conocimiento de lo mas que restava, i de su
gran opulencia, especialmente en
minas de oro, i plata. I dexando
treze de sus compañeros, que solos quisieron esperar su fortuna, en
la Isla del Gallo, que despues se
passaron à la Gorgona, vino à España el año de mil i quinientos i
veinte i ocho, i dio particular cuenta al Emperador de lo que avia
visto, i dexava hecho, trayendo
muestras de todo, i algunos Indios.
Del qual fue recebido, i tratado benignissimamente, i honrado
con el Abito de Santiago, titulo
de Adelantado, que despues se le
mejorô en Marques de los Atavillos, i con otras mercedes para si, i sus compañeros, i en particular para los treze, que he referido, concediendoles priuilegio
de hidalgos à los que no lo fuessen, i à los que ya lo fuessen, de
Cavalleros.
se bolvio à proseguir lo començado, llevando quatro hermanos consigo. I partiendo de España à principio del año
de mil i quinientos i treinta, llegô en salvo à Panamà, donde se
compusieron algunas quexas, i diferencias, que avia entre el, i su
compañero Diego de Almagro, i
hecha la segunda navegacion, por el
mar del Sur, acabô de reconocer,
i allanar exterior, i interiormente lo mas del Perù, aviendo preso en una batalla à Atahualpa Inca, que tiranizava entonces aquellas Provincias. En cuyos despojos, i en lo que despues el hizo
traer, i juntar para su rescate, se
adquirieron mas de trezientos i cincuenta mil sueldos de oro, i de
ciento i cincuenta mil marcos de
plata ensayada, segun la computacion
de Pedro Opmeero, ô segun la de
Antonio de Herrera,
500. marcos de plata, con los quales, i el oro
| montô lo que se repartio un millon
quinientos i veinte i ocho mil i quinientos pesos de oro, fuera de los
quintos, i otras ricas joyas, que se
reservaron parà el Rey.
El qual refiere los nombres de
los soldados de à pie, i de à cavallo, que en esto le acompañaron, i
lo que à cada uno tocô de repartimiento. I se juntàra mucho mas,
si no huvieran muerto à Atahualpa, al parecer con poca razon, de
que se lamentan algunos Autores,
que refieren lo restante de la vida i hechos de este gran Capitan,
i su desgracia da muerte en Lima,
siendo ya Virrey del Perù, à manos del hijo de Diego de Almagro, i de sus sequazes.
I hechos estos descubrimientos,
i otros, en la forma que se ha referido, se les començô à dar vulgarmente à las Provincias Occidentales, i Meridionales assi descubiertas, el nombre de Indias;
porque como en aquel tiempo se
frequentava la navegacion de los
Portugueses à la India Oriental,
que es la que propriamente le merece, como se dixo en el capitulo antecedente, i se tiene por aquella parte por lo ultimo de la
tierra; descubiertas estotras por
los Castellanos, que tambien ocupan, i cierran los estremos del
Occidente, las llamaron assimesmo Indias, à imitacion de aquellas, aunque impropriamente;
porque avida consideracion à lo
que primero reconocieron, mejor las pudieran llamar Antilianas, como lo advierte bien el Padre Ioseph de Acosta,
à quien
todos siguen en quanto à esto. I Iulian del Castillo dize, que en Ptolomeo se haze mencion de una Isla Antilia, no mui lexos de la de
la Madera, i que en otro tiempo
fue vista i tratada por los Lusitanos, i aora no se halla.
I el Padre Gaspar Sanchez anade, que es costumbre nuestra llamar India à qualquier region apartada, i antes no conocida, porque de las de este genero, fue la primera que se descubrio la que baña el rio Indo, de que tratè en el capitulo antecedente.
Abrahamo Ortelio tambien
conoce, que es falso è improprio
el nombre de Indias, que damos
à las Occidentales, i que si por el
rio se le huvieramos de dar, como à essotras, se devieran llamar Amazonias, ô Orellanas, cosa que me parece lleva poco camino; porque estos rios solo riegan
una Provincia de las que oi comprehendemos con este nombre de
Indias Occidentales.
Nuestro Chronista Antonio de
Herrera, i Frai Iuan de Torquemada se van con el parecer del
Padre Ioseph de Acosta; pero añaden, que Colon gustô, i procurô darlas este apellido, para engrandecer, ô encarecer mas su descubrimiento, i que competian en
oro, plata, piedras preciosas, i
aromas con la India Oriental, de
que blasonavan tanto los Portugueses. I à este pensamiento alude, lo que sin citar à nadie, dize Frai Iuan de la Puente, que
se les comunicô el nombre de Indias, por parecerse à las Orientales en remitir sus tesoros à España.
Pero aunque confessemos ser improprio este nombre de Indias, que
se ha dado à las Nuestras, ô falso, como Ortelio afirma; mucho
mas improprio, falso, è injusto
es el que el mismo usa,
i todos en
comun, especialmente los estrangeros, llamando generalmente
America à todas estas Regiones
Australes, i Occidentales, de
que tratamos. Tomando, ô derivando el nombre del de Americo Vespucio Florentin; el qual
siendo Geografo, i diestro en el arce nautica, i compañero de Alonso de Ojeda, i otros en las primeras navegaciones, se atribuyô auer sido el primero, que descubrio la Tierrafirme, que llamaron
de Paria, i lo persuadio al vulgo, esparciendo por todo el mundo Tablas Geograficas, i Carras de marear; las quales el hazia con primor por su mano, dando en ellas su
nombre à las Provincias referidas,
| i a otras que despues se fueron descubriendo. Todo con falsedad, i en
grave perjuizio de la honra, i gloria de don Christoval Colon, como
en contraditorio juyzio se vino à
declarar en el Consejo Real de las
Indias, en cuyos Archivos testifica
Antonio de Herrera aver visto los
papeles tocantes à esto.
I de la
mesma fraude, i desvergonçado hurto se queja gravemente fr. Tomas
de Maluenda, I aun no la han podido negar Ortelio, i otros estrangeros, contestando todos, en que todo este descubrimiento se deve à Colon, i que de su nombre, i no del Americo, fuera mas justo aver llamado
à este Nuevo Orbe, ô llamarle de
aqui adelante Colonia, ô Columbania.
Assentado pues que el nombre
de Indias es impropio para las
nuestras, i el de America falso, que
hurtado, no falta quien trate de
buscar otros, que puedan quadrarles mas. I algunos se inclinan mucho à llamarlas Islas Atlanticas,
juzgando, que caen despues de aquella, de que debaxo deste nombre dexô hecha de tiempo antiguo, tan noble, i admirable memoria Platon
en su Thimeo, ò Critias, cuya increible, i a mi parecer, fabulosa narracion, son casi infinitos los Autores antiguos, i modernos, que la tienen por verdadera.
I muchos, los
que aplicandola à nuestras Indias,
se persuaden, que Colon, guiado
por ella, se moviô à intentar su descubrimiento. I que las Islas, que
Platon señala, passada la Atlantica,
son las de las Cuba, i Habana, la Española, la Borriquena, la Xaimaca,
i otras que llaman de Barlovento.
Pero todo esto tiene en contrario euidentes argumentos, ponderados por otros Autores no menos graues,
à que nunca pudo satisfacer bastantemente Fray Gregorio Garcia, aunque gastô mucho estudio, i papel en querer defenderlo.
I assi nunca ha prevalecido este
nombre, como ni el de Francia Antartica, que algunos Franceses pretendieron poner à estas nuestras Indias, por pretender que tubieron
parte en sus primeros descubrimientos en la armada que llevô a
su cargo el Señor de Villa Gañon.
Ni el de Tierra de Santa Cruz,
con que otros han querido llamarlas generalmente, porque aunque
este nombre es digno de toda estima, i veneracion, solo puede aplicarse à las Provincias del Brasil, à
las quales se le puso Alvaro Cabral, quando navegando en demanda de la India Oriental, con la armada que le fiô el Rey don Manuel de Portugal, diô derrotado
en ellas, año de 1500. I aun alli no
ha durado, olvidando este mejor, i
mas Santo palo, por el que de su
cosecha lleva la mesma tierra, como aun lo dizen, i reprehenden los
Portugueses.
Por lo qual parece mas plausible, i quadrante, el apellido, que otros las han querido dar, llamandolas Orbe Carolino, en honra, i
memoria del invicto Señor Emperador Carlos Quinto Rey de España, debaxo de cuyo Imperio, i
buena fortuna se aventajô tanto el
descubrimiento, i conquista dellas, como se ha referido. I por ser
ordinario, que los Reinos nuevamente adquiridos, le tomen del
Rey ô Emperador, que triunfô dellos con maior gloria.
A que ayuda, el parecer, que el
mesmo Señor Emperador le quiso
afectar, pues hizo tanta estima de
esta conquista, que añadiô al escudo de sus armas las dos colunas de
Hercules, con la inscripcion del.
Plus vltra,
como dando à entender, que por el favor divino, à su
valor, i fortuna no embaraçava,
como à Hercules, el Oceano, antes, mas allà de sus terminos, le descubria, i ofrecia Nuevos Mundos
en que ensancharse, porque no se
afligiesse con la estrecha carcel de
solo el antiguo, comodizen averle acontecido al grande Alexandro.
I deste mesmo fundamento deduce un grave Autor moderno, que
se debieron llamar estas mesmas Indias mas justificadamente, FerIsabe
| lica, nombre compuesto de los dos
de los señores Reyes Catholicos
don Fernando, i doña Isabel, en cuyo tiempo, y por cuyo mandado se
començaron à descubrir, como queda dicho.
I porque tambien se suelen tomar tales nombres de los Capitanes, que mas obraron, i lucieron en
semejantes conquistas, escribe otro Moderno, que las Provincias
del Peru se debieran con razon llamar Pizarrinas, tomandole de su
gran Conquistador don Francisco
Pizarro, cuya gloria, i memoria
procura salvar aduertidamente, de
la niebla con que algunos la han querido ofuscar, por el alçamiento de
su medio hermano Gonçalo Pizarro, i de la ridicula obiecion de Trajano Bocalini, que excluye del templo de la fama à este insigne varon,
i à Colon, i Cortes, por dezir, que
de las Provincias que descubrieron, pass ô à España el mal Frances,
que comunmente llamamos Buhas,
siendo esto aun incierto, como lo diremos en otro lugar.
CAP. III.
De que el nombre que mas les quadra à estas Indias Occidentales, es el de Nvevo Orbe: Dese la razon desto: Dizese de su grandeza, i demarcacion; i algo de la linea Meridional, con que el Romano Pontifice dividio la navegacion entre Castellanos, i Portugueses.
ENtre los nombres
que hasta oy se han
dado à nuestras
Indias, ninguno
hallo mas conveniente, i significante de su grandeza, que el de Nueve
Mundo, en latin Novvs Orbis.
No porque yo crea, ni siga la opinion de los que dixeron, que auia
muchos Mundos:
sino porque supuesto que los Antiguos dividieron en tres partes todo lo que conocian del ya descubierto, conviene à saber, Africa, Europa, i Asia,
como lo dixe en el Capitulo primero, aviendose despues hallado esta,
que vulgarmente llaman America, la començaron à contar por
quarta, i à llamar la Nuevo Orbe, ò
Nuevo Hemisferio, con mucha razon,
por la inmensa grandeza de sus Provincias, que aun con faltar tantas
por descubrir, sobrepujan las ya
descubiertas, la de las otras tres
partes juntas del Mundo: I por la
diuersidad de las costumbres, i ritos de sus habitadores, diferencias
de los animales, arboles, y plantas
que en ellas se hallaron, tampoco
parecidas à las de Europa.
Cosas todas, en que con justa
causa reparan Varones muy graves
aprobando este nombre,
i no acabando dignamente de encarecerlas, i concluyendo, que teniendo
el Orbe en box, ô circuito, por donde mas se estiende, trecientos i sesenta y seis grados de elevacion de
Polo, que reducidos à leguas Castellanas, hazen seis mil i trecientas.
Esta nueva parte de Indias, que cupo à la demarcacion de Castilla,
abraza en si los ciento i ochenta grados, que hazen, como parece, la mitad, i mas de las dichas leguas.
I assi no debemos estrañar, que se
llama Orbe Nvevo, como (poco
aduertido de tales noticias) lo haze Pontano en uno de sus Progymnasmas, donde aun duda en hazerle quarta parte del mundo: pues
Plinio, i otros de los Antiguos,
dieron este mesmo nombre àla Escandinavia, Isla en lo setentrional
de Alemania, i à Trapobana, en lo
Oriental de la India, solo por lo que
oyeron, ô conocieron de su grandeza. I à Bretaña, ô Inglaterra, por
que la cerca el mar, dividida del
corriente de Europa, la juzgaban, i
llamaban tambien Prouincia del
otro mundo,
I verdaderamente, aunque este
inferior, por mas que en el se aya
descubierto, i descubra, comparado conel Cielo, viene à ser como
un punto de su esfera.
No se pue|de negar ser grande la extension que
en alguna manera podemos dezir,
que ha recibido con el descubrimiento de este que tratamos.
Cuyo sitio, i distancias en ancho
i en largo, i lo demas que toca à su
universal division, i descripcion, tratan variamente varios Autores,
I aun que ninguno dellos pueda por
mayor comprehender, ni descubrir
su forma ô figura, porque aun no es
tan del todo conocidos, ô descubiertos sus estremos i fines. Todavia, auiendo de hazer concepto de
alguna, parece, que la que mas le
quadra es la de vn coraçon, como
lo dize el P. Ioseph de Acosta,
cuya parte mas ancha, atribuye à
todo el pedazo de tierra, que ocupa el Brasil, i el Perù. Su termino,
ô punta, al estrecho de Magallanes:
El basis en que remata, todo lo de
tierra firme, y que de alli poco à poco se estiende hasta la Florida, i otras
Provincias no conocidas.
Otros mas comunmente, i procediendo con mayor claridad (dexadas à parte las muchas Islas que
Colon descubrio en el mar del Norte, llamadas de Barlovento, i tratando solo de lo que hasta oy està descubierto de tierrafirme en el Nuevo Orbe) le diuiden en dos grandes partes, ò peninsulas, las quales
cerca de Panamà, se vienen à estrechar tanto como diximos, en aquel
breve Isthmo, ò lengua de tierra, que
divide ambos mares. I destas Peninsulas, à la que abraça las Provincias de Nueva España, i sus confinantes, llaman America septentrional. I à la otra, que començando de Panamà, coge todo el Perù, i el Brasil, i Reino de Chile hasta el estrecho de Magallanes, la suelen llamar America Meridional,
porque por la mayor parte caen,
i miran estas regiones al medio dia.
I una i otra, segun la mas comun dimension, se estienden por mas de tres
mil i quinientas leguas, de manera,
que por lo largo, hazen, i comprehenden ensi la mitad del globo terrestre. I si miramos lo que corren
i boxan por las costas del mar del
Norte, ay Autor que dize , son
seis mil i quarenta, i por las del Sur, tres mil i treinta i seis.
Los lugares i ciudades que oy
se hallan poblados con numerosas
Colonias de Españoles en ambas
peninsulas, los Obispados, Arçobispados, Audiencias Reales, Virreinados, Goviernos, y Corregimientos, que en las mesmas, i en las Islas de Barlovento se han erigido, i
fundado para su mejor governacion
i conservacion en lo Espiritual, i
temporal, i los largos distritos que
comprehenden, se diràn con mayor
distincion en otra parte: i ya se hallan suficientemente expressados por
Antonio de Herrera, i otros Autores.
I assi solo quiero advertir, que
demàs de lo que se incluye en las
Peninsulas referidas, perteneciente à este Nuevo Orbe, se hallan otras Islas, i Regiones de tierra firme, que aunque estan mas remotas, i declinan àzia el Oriente, todavia caen, i se comprehenden en
los terminos del, como son las Malucas, ò Molucas, las Filipinas, los
Lequios, Iapones, i costas de la
China, i las Islas de Salomon, i tierras de la Nueva Guinea, cuyo descubrimiento intentaron, i consiguieron Alvaro de Mendaña, i Pedro
Fernandez de Quiros, aunque hasta aora no las avemos poblado.
I como estas Islas, i especialmente las Malucas, por lo precioso de
su especeria, i otros aromas, fuessen
apetecidas, i buscadas igualmente
por los Reyes de Portugal, i los de
Castilla, que solo para este fin intentaron la navegacion por el estrecho que descubrio Magallanes, pretendiendo cada vno, que tocaban à
su demarcacion i conquista, i alegando por su parte las razones, que se
podràn ver en Ossorio, Argensola,
i otros muchos Autores;
se vinieron por entonces à convenir, en que
el Rey de Castilla se las diesse como en empeño al de Portugal, por
trecientos i cinquenta mil ducados.
Lo qual aun no bastàra para escusar las contiendas, que despues
con el descubrimiento de las Filipinas se bolvieron à suscitar, en que
reproducian los mismos derechos,
| si Dios, como dize un Autor grave, no juntarà en aquella ocasion
en uno estas dos coronas, con la gran
justificacion que para ello huuo, i
refieren los que entonces, i aora trataron desta materia.
I aun ay alguno que dize se llegô à desear, aun
antes que sucediesse, por la soberuia de los Portugueses, i lo mal que
hablaban, i procedian en estas contiendas, con notable desprecio de
los Castellanos.
I para que mejor se entienda, de
que resultauan, i por ser punto mui
necessario para nuestro tratado, es
de saber, que como los Reyes de
Portugal, despues de aver corrido
i pasado con sus nauegaciones todas las costas de la Africa interior,
començassen à dar vista à las de la
India Oriental, ganaron Bula de
Martino V. Romano Pontifice,
para que se declarasse por suya la nauegacion, i conquista de todo lo que
hubiesse, i se descubriesse desde el
Promontorio, ô cabo llamado por
los Antiguos de Ganaria, i oy de
Buena esperança, hasta lo vltimo de
la dicha India Oriental, la qual Bula confirmaron tambien otros Pontifices.
I como despues don Christoval
Colon començô à descubrir estotras
Indias Occidentales, por orden, i
en nombre de los Reyes Catholicos de Castilla, i Leon, i con muestras de tanta riqueza, i provecho,
como se ha dicho: El Rey de Portugal don Iuan el Segundo lleuô
esto mui mal, o por parecerle que
estas nuevas nauegaciones, i conquistas deslucian algo la gloria, que
la nacion Lusitana avia començado à ganar con las suyas; ò por juzgar, que todas se comprehendià en
lo concedido a sus Progenitores
por la Sede Apostolica, teniendose por dueños de todo el Oceano.
I assi aviendo sobre estos puntos
intervenido embaxadas de una parte à otra, i querido llegar à las armas, por no se aver conformado, al
fin se convinieron, en que sus pretensiones se comprometiessen en el Romano Pontifice Alexandro VI.
El qual informado, i enterado
de las razones, i derechos de ambas partes, para deslindar, i demarcar los regiones que cada uno podia inquirir, i adquirir de nuevo,
sin perjuzcio del derecho del otro,
formô, i tirô una linea, que començasse à correr Norte Sur, à poco
mas de trecientas leguas de las Islas Hesperidas, que oy se dizen de
Cabo Verde, i continuandola por su
Meridiano: atravesô, y dividiô con
ella el mundo por igual en dos partes. En tal forma, que la que cae al
Oriente, fuesse de la corona de Portugal, por la mayor antiguedad, que
pretendia en este derecho. I la del
Occidente, ô Poniente, à la de Castilla. Mandando, que en las navegaciones guardassen la mesma diuision,
sin ir los vnos por la derrota señalada à los otros: I que en esta forma ocupassen, i partiessen lo que cada uno en su termino descubriese de
mar, i tierra, que hasta entonces no
se hallasse posseido, i ocupado por
otros Reyes Christianos.
De suerte, que dividiendose, como se divide el Mundo en trecientos i sesenta grados, vinieron à caber a cada uno ciento i ochenta, i esta division fue causa de los nuevos
pleitos, que despues hubo sobre las
Islas Malucas, como lo dexo apuntado, y de ella tratan en varias partes graves Autores Castellanos,
Portugeses, i Estrangeros;
i quien
quisiere leer a la letra la Bula, que
sobre ella se despachô, la podrà
ver copiada por Pedro Mateo, y
Laertio Cherubino en las sumas de
sus Bularios. Si bien no han faltado algunos sectarios, que la censuren, i hablan de ella con la libertad
que acostumbran,
negando en los
Sumos Pontifices, la potestad de
semejantes donaciones, ô concessiones, à los quales satisfaremos en otra
parte.
(?)
CAP. IIII.
De la Naturaleza, Excelencias, i cosas raras del Nuevo Orbe, i de su comparacion al Antiguo, i del Mar del Sur, que le baña.
AViendo dicho (aunque con brevedad)
lo que basta para
tener algun conocimiento de las muchas, i dilatadas
Provincias del Nuevo Mundo, me
parece necessario dezir algo, en la
mesma forma, de sus Excelencias,
utilidades, i propriedades: porque
no piense alguno, que lo que tiene
de inmenso, pierde su estimacion
por lo infrutuoso, i desaprovechado. Si bien no quiero, ni puedo negar, que ay mucho de este genero,
en tantas cienegas, pantànos, arenales, pedregales, sierras, montes, bosques, i arcabucos impenetrables, como en el se hallan. I
en algunas tierras, que ô por el mucho calor, ô por el mucho frio, son
poco aptas para ser habitadas.
Pero esto no quita, ni impide,
que debamos celebrar, i alabar lo
que en las otras, por mayor parte
ay de riqueza, templança, i amenidad. Porque esta desigualdad se halla en todas las del mundo, no solo
despues del diluvio, como algunos
sintieron mal, sino desde el principio de su creacion. Disponiendolo
assi su Hazedor, para que resplandeciesse mas con esta variedad su
poder, i sabiduria, i dando à unas
Regiones unas cosas, à otras otras, i à otras ningunas, constàsse,
que todo pendiò de su voluntad, i
quedassen sus habitadores necessitados de buscarse, i comunicarse, i
no adorassen por Dios al Mundo,
viendole padecer semejantes imperfecciones.
I en comprobacion de esta templança, i amenidad, se puede considerar, que don Christoval Colon,
primer descubridor de las Provincias de este Nuevo Orbe, aviendola començado à reconocer, aun en
la menos acomodada, que es la Isla de Santo Domingo, por otro
nombre la Española, vino casi à pensar, que en ellas podia auer estado
el Paraiso terrenal, que muchos dizen estuvo plantado debaxo de la
Equinocial.
Pero aunque esto no se pueda afirmar sin temeridad, por las varias
opiniones que ay sobre el lugar donde es, ô fue el Paraiso, el qual parece que Dios ha querido encubrir
i reservar para si,
todavia no se
puede negar, que considerada la templança, i casi perpetua Primavera
de las mas de estas Provincias, merezcan, sino el nombre de Paraiso,
el de Huerto de deleite, ô las alabanças del Tempe, Campos Elysios, Islas Atlantidas, ô Fortunadas, que con menos causa fueron tan
estimadas, i celebradas de los Antiguos.
Porque ni en ellas ofende con su frio el Invierno, ni abrasa con su calor el Verano, en tanto
grado, que con casas de caña embarradas por fuera, se rechaçan en
muchas partes las injurias del tiempo, i apenas ay necessidad de mudar vestido. De suerte, que si los
que han llegado à habitarlas, echaran de si los grillos de la codicia, i
de otros desordenados deseos, con
que suelen embaraçarse, i gozando
de libertad ingenua, quisieran mas
ser señores, que señoreados de las
riquezas, passaran en ellas alegre, i
dichosamente la vida.
De donde nace, que como en otro tiempo, confiriendo entre si las
tres partes entonces conocidas del
mundo, se solia disputar de sus excelencias, i si era mejor para habitado el Oriente, que el Occidente?
Assi aora, descubierta esta
nueva, que llaman la quarta, se puede justamente poner en question, si
les haze ventaja? I verdaderamente ay Autores, que se la conceden,
i Yo los siguiera, si este Nuevo Orbe estuviera tan cultivado, poblado, i habitado como el antiguo.
Porque en grandeza, i templança no se puede dudar, que sea superior, por lo que se ha dicho. I tam|bien lo es en aguas, fuentes, lagunas, i copia de rios maravillosos, i
navegables, de que varios Autores
hazen particular relacion,
i en especial del llamado Orellana, ô de
las Amazonas, que tambien le suelen nombrar Marañon, ô Gran Para;
del qual confiessa Iuan Baptista
Scorcia, que el Nilo con ser tan
grande, que los Antiguos le tenian
por Rey de los rios, es sobrepujado de este con muchas ventajas: por
que recoje en si mas de otros treinta muy caudalosos, sin otros casi innumerables de menor porte, corriendo mas de mil i seiscientas leguas de las corrientes del Perù, i de
el Brasil, desde su nacimiento; i quando llega à vaciar en el mar del Norte, tiene mas de noventa de boca.
Lo qual se ha explorado mejor
que nunca, en las dos navegaciones,
que subiendo, i baxando por el desde Quito, hizieron el año de 1639.
los Portugueses, que tienen ocupada su boca, acompañandolos por
orden de la Real Audiencia de aquella Ciudad el Religioso, i advertido Padre Christoval de Acuna, de la Compañia de Iesus, con
otro su compañero nombrado Andres de Artieda, que lo miraron, i
delinearon todo con mucha atencion, i distincion, i han impresso de
ello una maravillosa i agradable relacion, à que me remito.
I lo mismo dize del rio de la Plata, despues de otros Autores, Cardano, i que su boca es de quarenta leguas, i corre con tanta violencia al Oceano, que los navegantes
beven sus aguas dulces mucho antes que del golfo del mar alcancen
à ver sus riberas.
Quanto se aventaje en minerales
de plata, i oro, pesquerias de perlas, i otras piedras preciosas, quiero omitirlo, por ser tan notorio, i averlo de tratar en otro capitulo;
pues de solo el Cerro de Potosi sabemos, que se han sacado despues
que se descubrio, mas de quinientos millones en lo quintado, sin lo
mucho que se dexa entender se avrà sacado sin registrarlo. I assi ay
Autor estrangero, que confiessa, que
llueve Dios para nuestros Reyes, quanto engendran precioso el Oriente, i el Occidente.
I es digno de no passar en silencio, lo del Valle, que llaman de Botas, en la Isla de Cuba, que tiene
en largo mas de doze mil passos,
todo lleno de piedras guijarreñas,
redondas, de diferentes tamaños,
tan perfectas como si se huvieran
hecho con turquesas, ò al torno,
de suerte, que se pueden lastrar, i
han lastrado dellas muchas naves,
i traido à Sevilla paravalas de artilleria.
I lo que es mas de maravillar, en otro Valle de Guatemala se crian unos polvos de açufre salitrado, tan bien dispuesto, que prestan i suplen casi en lugar de la polvora, con que parece, que la naturaleza previno estos almacenes à
los Españoles, como esperando su
venida à estas tierras.
Pudiera tambien detenerme en
mostrar las ventajas, que hazen en
dehessas, i pastos, en frutas, i frutos, i en tanta variedad, i excessiva
grandeza de arboles, muchos de
ellos medicinales, quales son el Palo Santo, China, Cañafistola, Salsafras, çarçaparrilla, i otros infinitos, i en otras raizes, que no solo
aprovechan para esto, sino para el
sustento. Pero escusolo, por la brevedad à que pretendo reducir este
libro, i averlo tratado otros en los
suyos con gran distincion.
Contentandome con dezir, que
ay algunos, que cavados sirven de
naos. Otros, que quando estan ya
podridos, i viejos, echan de si de noche tal luz, que sirve de antorcha à
los caminantes. Otro llamado Maguei, que solo rinde casi quanto se
coge de todos; porque del se saca
agua, vino, azeite, vinagre, miel,
xaraves, hilo, agujas, vigas, i tejas
para los edificios, i otras cosas innumerables. Otro en el Perù de
madera esponjosa, que doma los estimulos de la carne, i por esso los
Indios nunca hazen fuego del en
sus casas, porque su calor, ò humo
no los haga impotentes. Otros,
que siempre, sin cuidado alguno,
crecen, i se estienden en forma de
Cruz.
La granadilla, que dexado el sa|bor, i olor de su fruta, en hojas, i
flores traslada al vivo todos los
instrumentos, que intervinieron en
la dolorosa Passion de nuestro Redentor, cosa que ha obligado à que
muchos, i graves Autores, no solo
naturales, sino estranjeros, reparen
en sus mysterios, i los celebren en
prosas, i versos.
Otros, cuyas hojas en cayendo en el agua, se convierten en piedras, ô en pajaros.
Otro llamado Lebete, en Manila, que no prende sino sobre rocas, i peñas vivas, aunque esten
debaxo del agua, i las taladra, i abraça de suerte con sus raizes, que
despues de crecido, puede apostar
con ellas en duracion; de que sacò
una pia i moral advertencia el Botero en su Primavera.
Esta misma duracion conserva
tambien el Guayacan en el mar, i
por esso son sus maderas tan à proposito para fabrica de navios, fuera de otras utilidades, i efectos medicinales, que de ellas se sacan. I es
cosa digna de admiracion, que aun
de los gusanos que cria este arbol,
cayendo entierra, se producen otros arboles, i se agarran en ella los
gusanos con sus perneçuelas, hasta
que brotan.
No es menos considerable, i ventajosa la ubertad, i fertilidad en todo genero de semillas, frutas, i legumbres, assi de las que tenian las
mesmas Regiones, como de las que
se han ido llevando de España, de
que refieren cosas casi increibles muchos Autores.
I entre otras, que
en la Isla Española se dan los melones en tanta grandeza, que apenas puede un hombre sustentar uno
sobre los ombros. I que se cojen
en todos los tiempos del año, siempre sabrosos, i de buena sazon. I que
aunque se aya echado la guadaña
al heno, dentro de cinco dias buelve à crecer un codo de alto.
I que en la mesma Isla, i en otras, i en muchas partes de Tierrafirme, una espiga de trigo suele tener dos mil granos, y ser tan gruessa como el braço de un hombre. I
cojerse maduros los melones, calabaças, i cohombros dentro de veinte dias despues de plantados; i las lechugas, coles, i lenguabueyes, dentro de diez; nuestro trigo dentro
de dos meses; i el de los Indios, que
llaman Maiz, dos vezes al año, i
quando menos à ciento por uno. I
finalmente, que en casi todo este Nuevo Orbe siempre estan verdes los
prados, i los arboles, i nunca les faltan hojas, sino à muy pocos.
La fecundidad, i multipllicacion
en aves, ganados, i otros animales
terrestres, especialmente en los llevados de España, se podra entender
solo con referir, que en la Isla Española, antes que passassemos nosotros à ella, àvia solos tres, ò quatro generos de animales quadrupedes, i essos tan pequeños como conejos.
I oy està llena de innumerables animales domesticos, i sobre
todo de ganado vacuno, que llena
los montes, i pastos sin dueño, i se
mata solo para aprovechar los pellejos, de que se trae à España la gran
cantidad, que sabemos.
I la mesma feracidad experimentamos en los cavallos, puercos, cabras, ovejas, i aves de Castilla, assi
en aquella Isla, como en otras Provincias, como lo advierten Acosta, i Herrera.
Añadiendo, que en
un Valle cerca de Mexico, de solas diez ovejas, le nacieron en diez
años à un hombre llamado Camargo, quarenta mil i mas: i que à otro
Dean Rodrigo Baptista, le parian
las vacas dos vezes al año.
I en los montes del Perù se halla otro animal à quien los Indios
llaman vicuña, que es el que cria en
su buche las piedras Bezares, de
cuyas propiedades, i utilidades ay
escritos libros enteros.
I en alguno se añade (no sè con quanta verdad) que ay tambien piedras Bezares, que se crian en montes, i peñas,
i se sacan de ellas al modo que otros
metales.
I à este modo, en todo genero
de cosas ay tantas, i tan raras, i provechosas, como maravillosas, que
aunque sea en Epitome, no se pueden recoger facilmente; pues han
bastado para llenar tantos libros.
I à obligar à que confiesse uno muy
docto, i grave, con ser estranjero,
que esta abundancia i feracidad ex|cede sin duda, à lo que se suele celebrar, i encarecer tanto de la India
Oriental, i otras Regiones de Asia;
porque alli, caso que la aya, es en
pocas, i muy distantes, i aqui en todas, i à cada passo.
De donde podemos venir en conocimiento de la poca advertencia
de Adriano Turnebo, en afirmar,
que es mentira quanto se dize, i encarece de la fertilidad, i riquezas
del Nuevo Orbe. I la supina ignorancia, ô afectada envidia, i malicia
de Iulio Escaligero,
en escrivir,
que ninguna cosa nace en el, que aya sido, ni pueda ser de provecho
al antiguo, sino antes de daño. Porque en este se crian cavallos, camellos, bueyes, asnos, i mulos, hermosos, buenos, i muchos; i en aquel,
monas, gimios, zarandajas, i cosas
de sueño, i hombres, que distan poco de brutos, siendo los de Europa
autores de la paz, leyes, costumbres, i virtudes, maestros, i ministros de las guerras, dictadores de
las artes, inventores de las ciencias,
i fundadores de la sabiduria, i que
antepone èl la cara de una sola matrona Flamenca, à todas las Elenas
de las Indias.