Con quien se conforma el Dotor Carrasco,
añadiendo un caso, que sucedio en Lima en su tiempo, i en el mio, de un Oidor de la
Audiencia de aquella ciudad, que
despues de aver insistido mucho en
cierta opinion à la vista de el pleito, en llegando à su casa embiò se
ñaladas las ojas de los libros en
que la fundaba à los compañeros,
lo qual sabido por la parte à quien
prejudicaba, le recusò. I aunque
es verdad, que no dimos por suficiente la causa: tambien lo es lo
que dize advertidamente Cassiodoro,
que lo que en si es demasiado, no puede agradar,
aũ
aun
quādo
quando
se
piẽsa
piensa
q̃
que
es bueno, i en esta materia,
como en todas se requiere, la sal de
prudencia, porque no puede ser,
que si un Oidor se declara, asseverada, i porfiadamente en Estrados
en favor de una parte, no quede temerosa, i recelosa la otra. I por el
cōtrario
contrario
, si enla vista, i examen del
pleito no duda, ni pregunta nada,
como lo suelen hazer algunos, que
quieren mostrarse muy recatados,
i circunspectos, cobran opinion de
negligentes, ò de
ignorātes
ignorantes
, i
dexā
dexan
dudosos à los litigantes, i à sus letrados si les
hā
han
entẽdido
entendido
, i les
suelẽ
suelen
aplicar aquello antiguo de Crysipo Filosofo,
assi
entẽdiò
entendiò
mi pleito como mi burro. O lo de Baldo,
|
que tiene por arrojados i temerarios, à los que confiados de su mucha comprehension, i inteligencia
se sorben los pleitos, por graves
que sean, como si fueran huebos, i
por el mesmo caso, que ni hablan,
ni preguntan, ni quieren ser informados, son vistos negar su justicia à las partes.