I yo, en prueba de lo mesmo,
añado una celebre ley de nuestras
Partidas,
que dize, que la mayor fuerça de la predicacion, se ha
de emplear en convertir, ó persuadir à los mayores, è mas entendidos, i dà por razon la mesma que
vamos fundando, por estas palabras:
Ca despues que estos fueren
enmendados, mas de ligero pueden
à los otros traer à enmienda, è toller
los de aquel mal que fazen.