EN setenta i
dos, ò
setẽta
setenta
i cinco lenguas, ò modos diferentes de
hablar, nos dà a
entender la sagrada Escritura, i otros graves Au
tores,
que se dividieron los descendientes de Noe, en pena del atrevimiento que tuvieron, en querer edificar la torre de Babilonia,
con que cessaron en proseguirla,
porque no se entendian unos à otros. Pero esto, dize Origenes,
Orig. hom.
11. in Numeros.
q̃
que
aun se ha de entender, de las que
Dios les repartio entonces, i los
Angeles sus executores; porque
despues, yendose propagando mas,
i mas el linage humano, i estendiendose poco à poco, à mas remotas,
i dilatadas provincias, no solo se
conservaron aquellas
diferẽcias
diferencias
de
lenguas, ò hablas, sino se fueron introduciendo otras innumerables.
En tanto grado, que refiriendo à
Timosthenes, dize Plinio,
que
en una ciudad de Colchos se juntaron trecientas naciones, las quales hablaban todas diversas lenguas.