I no es de estrañar, que concedamos esta potestad, i autoridad al Romano Pontifice, pues ay muchos, que la conceden al Emperador,
afirmando, que en el univer| sal dominio, que quieren asignarle de todo el Orbe,
se contienen tā bien tambien las provincias de los Infieles, por remotos que sean, i aunque nũ ca nunca le ayan estado sujetos, i que èl à su arbitrio, puede encargar su conquista à los Reyes ô Principes que le pareciere convenir, dandoles en ellas i en ellos pleno dominio i jurisdicion, ô reservandola en si, como en los terminos de nuestro nuevo Orbe, parece que lo hizo el invicto Emperador Carlos V. aplicandolos à los Reyes de Castilla, i Leon.
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